Para algunos jugadores solo quedaban dos minutos... para otros, TODAVÍA quedaban dos minutos.
Esa es la única manera de resumir lo que fue la final de la Copa de Europa de 1999. 26 de Mayo, Camp Nou.
El Manchester tenía la posibilidad de ser campeón de Europa por segunda vez en su historia, el Bayern, por cuarta.
Pronto se pondrían por delante los bávaros. Basler de falta, engañaba al mítico portero Peter Schmeichel. El Bayern dominaba. A lo largo del partido tuvo más ocasiones que el Manchester, y llegaron a estrellar dos balones en la madera. El primero, tras una vaselina [casi] perfecta, y el segundo, de chilena.
.La primera parte concluyó y el Bayern se iba con esa ventaja por la mínima hacia el túnel de vestuarios. Los alemanes tuvieron más ocasiones, pero el United depositó toda su fe en dos datos importantísimos. El primero, el pensar que tenían toda una segunda mitad por delante, y el segundo, el conocer la imprevisibilidad de las grandes finales europeas. Y así lo hicieron.
La segunda mitad fue un calco de la primera, quitando el gol del Bayern y añadiendo la menor frescura de los futbolistas de los dos equipos.
.Tiempo de descuento, córner a favor de los 'red devils'. Schmeichel subió a rematar a la desesperada. La hinchada teutona cantaba ya el alirón, pues estaban a dos minutos de la gloria. Beckham botó el saque de esquina y la zaga del Bayern despejó la pelota. Mal despeje donde los haya. El rechace cayó a la bota de Giggs, que sin pensárselo disparó, y Sheringham, justo antes de que el balón se perdiera por la línea de fondo, lo desviaba lo justo para que se colara en la portería. Kahn y su defensa, petrificados. De repente los aficionados del Bayern enmudecieron en medio del delirio inglés.
.Si empatar en el último minuto era difícil, más era conseguir el gol de la victoria. No para el United, que a fuerza de fe, corazón y empuje fueron acercándose de nuevo a la portería contraria. Otra vez córner a favor del Manchester. Beckham lo vuelve a botar, un jugador la peina hacia atrás y Solskjaer, con la 'puntera de Dios' daba la Champions a su equipo. Impresionante, clamoroso. Los jugadores del Bayern no se lo podían creer. Pataleaban sobre el césped y maldecían su suerte. Pierluigi Collina, árbitro del encuentro, se dedicó a levantar del suelo a los futbolistas del Bayern. Entonces se acordaron de los dos tiros al palo. Entonces se dieron cuenta de la magia de la Copa de Europa.